Con algunos de los padres y amigos, realizamos el recorrido que va de Trubia a San Martin de Teverga, en un día que amaneció nublado, aunque posteriormente salió el sol. Finalmente, regresamos al punto de salida, justo cuando comenzaba a echarse la niebla, y a llover.
Ascendimos por la senda, y después de algún despiste y alguna caída de algún padre, llegamos a San Martín, más cansados los mayores que los niños, ya que eran estos últimos, los que tiraban del pelotón.
Como éramos gente de todas las edades, nos ibamos reagrupando en varios sitios de la senda, y así podíamos disfrutar del paisaje y los niños podían jugar, esperando a que llegaran los más rezagados.
Vimos a los tres osos más famosos de Asturias y un poco antes de llegar, hasta unos escaladores haciendo sus prácticas.
Comimos en San Martín, que como eran las jornadas gastrónomicas, tuvimos que adaptarnos al menú que había, nada óptimo para un ciclista.
Posteriormente, comenzamos el camino de regreso, a una velocidad vertiginosa. Se entiende, porque era cuesta abajo, y había muy poca gente en la senda. Todo ello, junto con las hojas mojadas que había en el suelo hizo que algún ciclista besara el suelo, sin más consecuencia que un par de moratones. El buen ritmo que llevabamos, también era debido a que las más pequeñas hicieron el camino de regreso en el coche de apoyo, y que corriamos el riesgo de que se hiciera de noche, y se complicara el tema de pasar por los túneles que hay.
En resumen, un día agradable, divertido, y más cansados los mayores que los niños.
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